El caso del "Arca de Zoé" ha convulsionado durante algunas semanas los medios de comunicación. Evidentemente han pasado los hechos más relevantes y la prensa ha olvidado por completo el asunto. Ya no hay nada que denunciar, ni ninguna azafata española que llore en una cárcel. Lo mediático del asunto se ha esfumado.
Es una práctica común por parte de la prensa. Se exprime hasta la última gota de una noticia (cuando no se crea) para luego dejar un vacío informativo que lleva a uno preguntarse: ¿pero qué ha pasado con esta noticia, que no sale en ningún informativo?
Estamos ante una dictadura de la prensa. Y lo digo así de claro. Un joven agrede a una inmigrante en un vagón de metro, la prensa se vuelve literalmente loca llegando a pagarle 1.000€ al agresor para que haga unas declaraciones en exclusiva en determinado (y vomitivo) programa, se lleva durante una semana a las cámaras de todo cuanto medio de comunicación se puede trasladar al pie del cañón, se persigue al agresor hasta en los bares, se le graba tomándose una cerveza, se elucubra sobre su infancia y su turbio pasado... Pero llega un día que la gente prefiere ver otro telediario porque habla de otro caso impactante y del agresor nadie se acuerda. Por supuesto, los minutos de cámara de la víctima no son lo suficientemente morbosos y repugnantes con lo que los telediarios nos la muestran mucho menos. Carece de interés.
Evidentemente, los políticos no actúan de forma diferente. Actúan en función de la parrilla televisiva entre las tres y las cuatro de la tarde, y entre las ocho y media y diez. Todo es rocambolesco. Presidentes que viajan en el Air Force One para traer de vuelta ellos mismos a los detenidos, que llegan a decir que sacarán "a todos los detenidos sin condición del país". Y todo ello mirando fijamente a cámara.
El caso de Nicolás Sarkozy me resulta de una indigestión suma. Hace meses negoció con Libia (si no recuerdo mal) la extradición de unas enfermeras Búlgaras condenadas por el contagio de sida a centenares de niños. Se negocia a cambio de sustanciosos acuerdos comerciales que esas enfermeras serán juzgadas en Europa. Y a la llegada a Bulgaria el Presidente les comunica a ellas y a la prensa que las ha indultado. Con toda la cara del mundo. Luego aparece como el presidente francés de la sonrisa perpetua nos dice que va a liberar a la ex senadora colombiana Betancourt secuestrada por las FARC desde hace cinco años. De la noticia nunca más se supo, hasta que han aparecido hace días unas imágenes de la secuestrada, con lo que empieza nuevamente la gran obra de teatro y el posar para la foto.
Nos hartamos en Europa de criticar a los países que violan la doctrina internacional, los Derechos Humanos, nombramos Estrasburgo hasta en la sopa... para luego pasarnos por el forro la justicia del Chad o de Libia. Y todo sin perder la sonrisa y la fotogenia. Repito, con toda la cara del mundo.
En el caso del Arca de Zoé tengo algunas dudas, más allá de cómo se llevase el asunto por parte de la prensa y nuestros políticos. Empezaré diciendo que me ha sorprendido gratamente el Ministro Moratinos que en sus declaraciones a la prensa aseguraba que se estaba trabajando, pero que se hacía con un escrupuloso respeto por la justicia chadiana y la protección de los derechos de aquellos niños. Pocas veces me había sorprendido el señor Moratinos positivamente y ésta ha sido una de ellas. Además, una vez que Sarkozy llegó, se bajó del avión con las azafatas, SE HIZO LAS FOTOS y se marchó, poco o nada ayudó Francia a sacar al piloto de Chad. Y digo yo que algún trabajo diplomático habrá llevado a cabo Moratinos para que también se le libere.
Respecto del piloto del vuelo chárter, desconozco cuál es la legislación en este tipo de vuelos, pero sí me resulta algo extraño que el piloto de la aeronave no tenga un mínimo de control sobre los visados o papeles de los pasajeros que se van a transportar. Me resulta un poco extraño.
Y quizá no sepamos nunca nada de esta historia, ya que los medios apenas nos informarán de este caso y muchos otros mientras no puedan emplear alrededor de medio minuto de telediario con imágenes de impacto.
De los niños nunca más se supo. Ya no interesa verles posar muertos de miedo ante las cámaras o enternecernos al verles con una camiseta del Barcelona.