Estos días vivimos rodeados de lo que yo suelo catalogar como "politicadas". Actos públicos del político de turno en los que se pretende obtener cuota de pantalla de informativo a toda costa. Siguiendo la máxima de que no hay publicidad mala los líderes nos condenan a verlos en las situaciones más ridículas, por no decir espeluznantes.
Pongamos por caso la reciente puesta en escena de Hugo Chávez en Colombia en la que iba a ser "la liberación del siglo" de los secuestrados por las FARC. El presidente venezolano nos deleita con un programa de televisión en el que traza un triángulo mágico de libertad en la selva colombiana donde, según él, se iba a proceder a la liberación de los secuestrados. Lo que se sabe ahora es que ni se ha liberado a nadie, ni hay noticias de que se vaya a liberar y hasta la supuesta liberación de un pobre niño (al que seguramente Chávez pretendía bajar del helicóptero en sus robustos brazos) se quedó en que llevaba años en un orfanato. El ridículo ha sido monumental y muchos "Aló, Presidente" va a tener que rodar Hugo Chávez para que el pueblo se olvide de semejante episodio.
En relación con los secuestros de las FARC, tenemos también al apuesto y "joven" dirigente de Francia Nicolás Sarkozy que se ganó al pueblo asegurando que Ingrid Betancourt iba a ser liberada gracias a su maravillosa gestión de crisis con europeos retenidos. No nos olvidemos del caso de las enfermeras búlgaras condenadas a muerte que se trajo a cambio de contratos multimillonarios con Libia (que pagó la UE, osea todos). O el caso "Air Force One" en el que nos dejó en Torrejón de Ardoz a las azafatas del avión que pretendía secuestrar a un centenar de niños africanos (me atengo a los cargos presentados en el juicio del caso: secuestro en grado de tentativa, falsificación de documento público, etc.).
El caso es que el apuesto dirigente político francés del que ya he dicho en otras ocasiones que "si no hay cámara, no hay Sarko", nos sorprende ahora con una historia de príncipes y princesas que se enamoran. Hemos pasado de un Ministro del Interior implacable con la violencia callejera a un ligón cantamañanas del que sólo se habla de sus vacaciones (siempre pagadas por un multimillonario). Más allá de que cada uno pueda ser libre de hacer cuanto le plazca, la estética de Sarko con gafas de sol, chavala de la mano y escalando las pirámides de Egipto es bochornosa. Parece que llegará un punto en el que le veremos pescando sin camiseta al estilo Vladimir Putin.
Lo que ha conseguido Sarko (y quizá ahí esté la razón de esta puesta en escena) es que ya nadie se acuerde de la huelga de transportes que paralizó Francia hace unos meses. Tampoco se le conoce una política económica alguna de aquellas destinadas a sanear el sistema de pensiones francés que tanto anunció, pero eso qué le importa al populacho francés si puede ver a su presidente y tenerle controlado gracias a todas las revistas.
Y lo bien que le ha venido a Sarko esto del divorcio expréss... Quizá se lo comente a Benedicto XVI en su próxima visita al Vaticano.
1 comentario:
llos comentarios que se pueden hacer para tranquibir esta situacion
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